¿Es la adicción una enfermedad mental?

hombre bebiendo botella bar

Hoy en día, las principales asociaciones científicas aceptan ampliamente que la adicción es una enfermedad médica. El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas [ NIDA ] y la Asociación Estadounidense de Psiquiatría [ QUÉ ] ambos definen la adicción como una 'enfermedad cerebral', y el DSM-V enumera los criterios para clasificar la adicción como una condición de salud mental llamada 'trastorno por uso de sustancias'.





Sin embargo, no siempre fue así. En los Estados Unidos, existe una larga historia de difamación no solo de las drogas y el alcohol, sino también de las personas que las consumen. Hace menos de un siglo, la adicción no se veía como una enfermedad fuera del control de uno, sino más bien como una falla moral arraigada en la personalidad de uno.

En la década de 1930, cuando los científicos comenzaron a estudiar la adicción, la opinión predominante era que los adictos eran simplemente aquellos Demasiado débil en la fuerza de voluntad para decir que no . Como la adicción no se consideraba una enfermedad, no existía el concepto de tratarla con centros de rehabilitación y programas de 12 pasos. En cambio, los grandes consumidores de drogas y alcohol eran vistos como degenerados y criminales y eran tratados en consecuencia; fueron encarcelados o institucionalizados para no ser una molestia para la sociedad.





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La marea de la opinión científica comenzó a cambiar a medida que los avances en la investigación y la tecnología revelaron que el uso repetido de drogas en realidad conducía a cambios físicos en el cerebro que inhiben el autocontrol y perpetúan los antojos intensos por la droga. Este descubrimiento hizo añicos la noción del uso continuado de drogas como una 'opción' y desacreditó el argumento de que los adictos podían dejar de consumir en cualquier momento que quisieran.

Pérdida de control: cómo la adicción cambia su cerebro

El principal argumento de por qué la adicción no debe considerarse una enfermedad se centra en el papel de la elección. Por ejemplo, algunos argumentan que no puede optar por dejar de tener cáncer, pero puede optar por dejar de consumir drogas si ejerce la fuerza de voluntad para hacerlo. Este argumento se ha aplicado también a otras enfermedades mentales; por ejemplo, algunos argumentan que las personas que sufren de depresión debería simplemente 'dejar de estar triste'. En ambos casos, no se reconoce que estas enfermedades se relacionan con cambios en la estructura y función del cerebro que perpetúan la enfermedad.



Las drogas funcionan estimulando el circuito de recompensa en su cerebro. Por lo general, el circuito de recompensa desempeña un papel en el aprendizaje: existe para garantizar que aprenda a repetir actividades que mantienen la vida, como comer y dormir. Para hacer esto, libera dopamina, una sustancia química que causa sentimientos de placer, en su cerebro cada vez que realiza una actividad que es evolutivamente beneficiosa para su supervivencia. Como resultado, se crea una asociación entre esa actividad y los sentimientos de placer para que estés motivado para volver a realizar la actividad.

Las drogas explotan la misma vía de aprendizaje, pero la aceleran. Cuando toma un medicamento, se libera en cualquier lugar 2 a 10 veces la cantidad de dopamina en comparación con los procesos naturales. Esto provoca sentimientos extremos de euforia que lo motivan mucho a querer volver a tomar la droga. Pero a medida que continúa tomando la droga, su cerebro se adapta a estos aumentos anormalmente grandes de dopamina desensibilizándose a ella.

El resultado no es solo tolerancia, la necesidad de tomar dosis cada vez mayores para sentir un efecto, sino también una pérdida de placer de las actividades normales que se vieron reforzadas por pequeñas cantidades de dopamina como comer, dormir y salir con amigos. Algunas personas incluso se vuelven físicamente dependientes de la droga, enfrentando síntomas de abstinencia como náuseas, fatiga e insomnio sin ella. En este punto, continuar usando la droga ya no es una cuestión de elección; tanto su cuerpo como su cerebro se han vuelto adictos a él y lo necesitan para funcionar y sentir placer.

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Algunas personas tienen un mayor riesgo de adicción

A pesar de la evidencia de que el uso de drogas a largo plazo conduce a cambios cerebrales, algunos todavía argumentan que la adicción difiere de otras enfermedades mentales porque la decisión inicial de probar drogas sigue siendo una elección individual. En otras palabras, si ejerce la fuerza de voluntad para no probar las drogas en primer lugar, nunca se volverá adicto.

Sin embargo, esta línea de pensamiento ignora el hecho de que hay varios factores de riesgo fuera del control que aumentan la probabilidad de probar drogas. Por ejemplo, factores ambientales como crecer con padres que consumen drogas o ir a una escuela donde el consumo de drogas es prolífico. Luego, una vez que haya comenzado a consumir drogas, factores como la genética pueden aumentar su probabilidad de volverse adicto rápidamente; estudios sugieren que los factores genéticos explican en algún lugar entre 40 a 60 por ciento de la vulnerabilidad de una persona a la adicción.

La adicción todavía está estigmatizada en la sociedad

El pensamiento científico en torno a la adicción ha avanzado mucho en los últimos 100 años. La mayoría de los profesionales médicos hoy en día tratan la adicción como una enfermedad con criterios para diagnosticarla y pautas para tratarla. Sin embargo, a pesar de este cambio de actitud en la comunidad médica, la adicción sigue estando muy estigmatizada en la sociedad en general.

A Estudio de 2014 de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg encontró que “las personas tienen muchas más probabilidades de tener actitudes negativas hacia las personas que sufren de adicción a las drogas que aquellas con enfermedades mentales, y no apoyan las políticas de seguro, vivienda y empleo que benefician a quienes dependen de drogas '. Colleen L. Barry, PhD, MPP, quien dirigió el estudio, atribuye la diferencia de actitud al hecho de que 'el público estadounidense es más propenso a pensar en la adicción como una falla moral que como una condición médica'. Este estudio deja en claro que aún queda trabajo por hacer para educar al público en general sobre el hecho de que la adicción es una enfermedad mental.

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Si vamos a ayudar a las personas con adicciones recuperar , tenemos que dejar de culparlos por tomar “malas decisiones” y descartarlos como inherentemente malos o débiles. En cambio, debemos reconocer la compleja red de factores sociales y ambientales que pueden conducir al consumo de drogas y comprender que la adicción tiene sus raíces en cambios en el cerebro que afectan el juicio, la toma de decisiones y el autocontrol.

Bio: Tiffany Chi es una escritora con sede en San Francisco que se especializa en salud y bienestar. Le gusta leer, hacer yoga y probar nuevas recetas.